Una jornada intensa

Viejoven. Esa es la primera palabra que escuchamos por la mañana. Abrimos los ojos y aparece la cara de una monitora a centímetros de la nuestra. Sin embargo, si dijéramos que es la peor manera de levantarnos estaríamos mintiendo. Una vez casi nos despiertan con despacito.

Nos vestimos y a la media hora tomamos el desayuno: Magdalenas, cereales, galletas, tostadas… Además tenemos leche, con chocolate y sin chocolate (sí, hay gente que se toma leche fría por el desayuno *escalofríos*).

Después de cepillarnos los dientes salimos corriendo a clase, sinceramente algunos de nosotros pensábamos que íbamos a llegar tarde pero como todo el mundo estaba fuera no nos preocupamos demasiado. Por si no lo sabes, en este campus una de las mejores cosas (nótese el sarcasmo) es que si llegas tarde, aunque sea tan solo un minuto, tenemos que hacer un “castigo”, y hoy parecía que regalaban doble bocadillo a quien lo hiciera. Éramos por lo tanto unas 15 personas (de 24, debemos añadir) las cuales tuvimos que dividirnos en parejas y hacer una carrera a caballito. Los perdedores tuvimos que bailar la macarena. No fue ni la mitad de divertido de lo que suena.

En la primera parte de la clase, nos dieron consejos para la elaboración de la presentación (la cual esperamos y deseamos que salga mucho mejor de lo que creemos que saldrá visto lo visto) y en la segunda, elaboramos la misma. Por muy agradable que parezca no tuvimos tiempo apenas ni para merendar por lo que parte de ellas las elaboramos con el maravilloso sabor ácido de una nectarina en la boca.

Por la tarde, tras la comida y un descanso para estar con los amigos, realizamos el famoso baile de después de la merienda y a continuación fuimos a la piscina.

Sentimos que esto no sea demasiado largo, pero el título que hemos elegido es por algo, ya que a la vez que estamos escribiendo esto estamos terminando y trabajando en las presentaciones.

Muchas gracias por tu atención :)

Inés Alba y Gonzalo Sastre